Hablamos
de sentimentalismos, y recordamos un pasado que nos hizo llorar.
Tenemos
miedo de volver a derramar lágrimas, eso es debilidad.
Nos
queremos sentir fuertes y poderosos, ocultamos emociones.
Y
¿Qué ganamos con eso? Tal vez nada, pero nos gusta sentirnos dueños del mundo.
Cometimos
errores, el orgullo se apoderó de nosotros.
Estamos
aquí, en el mismo lugar, pero en diferentes direcciones.
Yo
te anhelo, y estoy segura que, tú también lo haces en silencio.
¿Qué
nos pasó? Hasta ahora no encuentro respuesta a aquella distancia inesperada.
Ahora
me encuentro resignada, viéndote feliz y un tanto enamorado.
Yo
mientras tanto, inconscientemente, busco a alguien que se parezca a ti.
No
lo acepto, porque me duele, pero tú no lo notas.
Qué
más da, el destino nos separó, o tal vez nosotros.
Se
perdió el amor inocente, se fue embriagando poco a poco.
Recuerdo
con una sonrisa en el rostro cuando me dijiste “Yo me caso contigo”.
Y
ahí se quedó esa promesa, el viento la evaporó.
Ya
no me ves igual, yo lo sé, pero deseas hacerlo.
Y
así te fui perdiendo entre recuerdos y rosas marchitas.
Se
nos fue la ilusión, entre engaños y mentiras.
El
presente es otro, ya no somos aquellos niños de colegio.
Eres
especial, tú lo sabes muy bien, pero ahora...eres distante.
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