Pequeña
mujer, el miedo y la desesperación ha llegado a paralizarte todos los sentidos.
Tu
mirada delata aquella desilusión, ya no eres la misma, te cambió el destino.
Eres
frágil y fuerte, el silencio se hace presente en tu dolor.
Angustia
desmedida, quiero comprenderte.
Nadie
sabe lo de nadie, sin embargo resulta tan fácil juzgar una realidad.
El
dolor se hace cada vez más grande, pero nadie lo nota.
Te
volviste indefensa, lo percibo, lo intuyo, lo siento.
Te
sientes sola y desprotegida lo noto en tu expresión, quiero calmar tu ansiedad.
Saber
con certeza si hiciste lo correcto, nadie lo sabe, quizás el tiempo sí.
Se
apagaron tus sueños, perdiste tu sonrisa, y ya nada queda.
Pálpitos
frecuentes y sueños difusos, se apoderaron de tu cuerpo y de tu mente.
No
quieres sentirlos, pero es inevitable, la vida se puso dura, no es justo.
Y
así vamos haciéndonos fuertes, con golpes profundos pero necesarios.
Te
marcó la vida o quizás el destino.
Te
perdiste entre risas para sumergirte en sombras.
Te
fui perdiendo de a poco, en un solo golpe te fuiste alejando.